El analfabetismo de los niños sobre la naturaleza y el "efecto Walt Disney".

David Alvarez, 
viernes, 3 de junio de 2016.



La situación resulta tan grotesca que es probable
que un niño de un colegio o de un instituto sea capaz de recitar de memoria
el nombre científico de 5 especies de dinosaurios,
pero no sepa el nombre común de 5 aves de al lado de su casa.
Lo que no se conoce, no se ama...


Hace un par de años se publicó un estudio en la revista Biological Conservation que tenía como objetivo evaluar el conocimiento que tenían los niños sobre la fauna local y la fauna exótica (Genovart et al., 2013). 
Para realizarlo se hicieron más de 1000 encuestas a otros tantos niños con edades comprendidas entre los 11 y los 15 años, que estudiaban en 10 colegios de Mallorca y 6 colegios de Asturias, situados tanto en áreas rurales como urbanas. Para llevarlo a cabo se mostraron a los niños 10 fotografías seleccionadas entre 134 animales diferentes (34 aves, 34 peces, 33 mamíferos y 33 reptiles y anfibios), de las que la mitad correspondían a animales locales y la otra mitad a animales exóticos y se les pedía que lo identificaran entre 5 candidatos posibles.


Seguramente la mayoría de los niños no sabrán que este animal es una comadreja


Los resultados fueron concluyentes: los escolares conocían mucho mejor a las especies exóticas que a aquellas que tenían al lado de sus casas. Para ellos resultaban más familiares un tigre de Bengala o una jirafa que un gato montés o un corzo, y seguramente reconocerían a un cocodrilo del Nilo antes que a un lagarto verdinegro. Pero no nos pensemos que esto solo ocurre en España, en Argentina un estudio similar arrojó idénticos resultados (Campos et al., 2012). La situación resulta tan grotesca que es probable que un niño de un colegio o de un instituto sea capaz de recitar de memoria el nombre científico de 5 especies de dinosaurios pero no sepa el nombre común de 5 aves.

Actualmente, la mayoría del conocimiento de los niños sobre fauna y flora lo obtienen de libros infantiles y de programas de televisión, sobre todo de dibujos animados. En este tipo de libros y películas se hace mayor énfasis en las especies carismáticas produciéndose un enorme sesgo entre los distintos grupos de animales. Baste como ejemplo que el número de referencias a los grandes mamíferos es 500 veces superior al de anfibios amenazados (Bonnet et al., 2002). Pero no solo eso, la inmensa mayoría de documentales "serios" que se emiten en televisión están protagonizados por animales exóticos. Ya quedan muy lejos los tiempos de Félix Rodríguez de la Fuente, cuando todos los niños sabían que era un lirón careto, un buitre leonado o un alimoche.

Estos resultados tienen una importancia trascendental, ya que seguramente esos niños cuando sean adultos se sentirán más identificados con la selva amazónica o con la sabana africana que con un hayedo, un brezal costero o un bosque de ribera y con toda la fauna que vive en estos hábitats. 
Y aunque suene a tópico, el primer paso para defender algo y conservarlo es conocerlo y difícilmente seremos capaces de conservar algo que ni siquiera sabemos que existe.


Pero desgraciadamente el problema no acaba aquí. No solo es preocupante el desconocimiento de los niños y adultos sobre la fauna local, sino también el tipo de información que es proporcionada por los libros, cuentos y series infantiles. Si resulta evidente el enorme sesgo existente entre los distintos grupos de animales a la hora de figurar como protagonistas, es aún más evidente la constante antropomorfización y asignación de roles "humanos" a los mismos. A los animales se les reparten cualidades humanas como el valor, la traición, la maldad o la bondad, que poco tienen que ver con la realidad pero que acaban calando en los niños Desde pequeños ellos se verán rodeados de malvados lobos, valerosos leones y tiburones asesinos que se enfrentarán a dulces cervatillos y a hienas traidoras. También se emocionarán con historias de amor, con padres amorosos y con amistades imposibles entre un depredador y sus presas.


Los facóqueros y los leones no son amigos, son presas y depredadores

No es de extrañar que esos niños una vez que lleguen a adultos sigan aplicando esos roles a los animales que les rodean y no comprendan o no estén dispuestos a asumir que la naturaleza no es un cuento infantil.

Hace unas semanas leí un artículo que se publicó en el Washington Post que confirmaba el batiburrillo mental que tiene mucha gente acerca de la naturaleza. Como ya comenté varias veces en el blog, en los últimos años han proliferado las páginas web que muestran en directo el comportamiento de muchas aves en sus nidos. Desde la comodidad de un sofá cualquier persona puede acceder a una gran cantidad de cámaras web que ofrecen en directo imágenes de nidos de aves rapaces, cigüeñas o cajas nido de pajarillos. Como si se tratara del Gran Hermano, mucha gente se enganchó a las historias que les ofrecían estas cámaras: la formación de las parejas, el apareamiento, la incubación de los huevos o la crianza de los pollos. Algunas de estas personas, que nunca se habían interesado por las aves o por la naturaleza, pasaban horas mirándolas, poniéndoles nombres a los pollos e incluso chateando entre ellas para contarse los cotilleos de una familia de pigargos o de cárabos lapones.

Pero ocurrió algo que lo cambió todo. En alguno de esos nidos se observaron comportamientos que no podían explicarse desde una "óptica humana", quizás porque aunque parezca un contrasentido eran demasiado humanos. Se empezaron a ver casos de infanticidio, de hermanos mayores que mataban a sus hermanos menores, casos de madres negligentes que no cuidaban a sus hijos, o águilas que alimentaban a sus pollos con lindos gatitos. 
Todos estos comportamientos están documentados en la literatura científica, y tienen una explicación biológica. Pero esas explicaciones no eran suficientes para una "mentalidad Disney" y para sorpresa de los investigadores que habían instalado esas cámaras, empezaron a darse casos de vandalismo en algunos nidos de los que se conocía su ubicación y mensajes amenazantes a las personas que habían instalado esas cámaras, como por ejemplo éste:


“It is absolutely disgusting that you will not take those chicks away from that demented witch of a parent!!!!!” 
 (¡¡¡Es absolutamente repugnante que no alejes a esos polluelos de esa bruja demencial de su madre !!!!!)


Finalmente y para evitar más problemas, varias de esas cámaras se vieron obligadas a cortar la emisión e incluso a pixelar algunas escenas para no herir la sensibilidad de los espectadores. Todo para prevenir que los fans de este inesperado Gran Hermano animal acabaran matando a alguno de sus protagonistas, aunque desgraciadamente también para que esos mismos espectadores siguieran pensando que vivían en un mundo de fantasía.

Sería necesario replantearse seriamente la educación ambiental que se les está dando a los niños, sobre todo en los colegios, pero también por parte de los programadores de televisión. 
Con esto no quiero decir que no se deban contar cuentos a los niños, o que no se pueda disfrutar de la fantasía o hacer volar la imaginación, pero sería necesario que tanto en las televisiones como en los colegios se les proporcionara a los niños información sobre su entorno, sobre los animales y plantas que los rodean, y sobre el comportamiento de los animales, sin aspavientos ni antropomorfismos. 
Solo así, cuando lleguen adultos serán capaces de apreciar la belleza de la naturaleza, cruel a veces, pero hermosa tal como es. Y solo cuando la conozcan serán capaces de luchar por defenderla.

Y ya de paso, no estaría mal que la prensa, tan dada al sensacionalismo, dejara de manipular la información y buscar el morbo, porque últimamente ya vamos servidos.

Referencias
- Bonnet X, Shine R & Lourdais O (2002). Taxonomic chauvinism. Trends Ecol. Evol 17: 1–3.
- Bruillard K (2016) People love watching nature on nest cams — until it gets grisly. The Washington Post.
- Campos CM, Greco S, Ciarlante JJ, Balangione M, Bender JB, Nates J & Lindemann-Matthies P (2012) Students' familiarity and initial contact with species in the Monte desert (Mendoza, Argentina). Journal of Arid Environments 82: 98–105.
- Genovart M, Tavecchia G, Enseñat JJ & Laiolo P (2013) Holding up a mirror to the society: Children recognize exotic species much more than local ones. Biological Conservation 159: 484-489.

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