Ana Martínez Sanjurjo,
EFE.

Frente al "placer" de "la ausencia y la lejanía" de los padres (de antes
que le tocó vivir cuando los hijos eran "inevitables", 
actualmente la paternidad es un "proyecto de vida" 
que condena a los hijos a la "absoluta tortura" de las "24 horas al día de educación".

José Miguel Monzón ha presentado hoy su libro "El Gran Wyoming. ¡De rodillas Monzón!", un viaje a su infancia y a su barrio de siempre, La Prospe, donde vivió mucho antes de ser el tipo que es, y en el que cuenta, entre otras muchas cosas, que aprendió que el terror somete, que la música es lisérgica y que, en los 60 y 70, la vida estaba fuera de España. 

En su nuevo libro, el Gran Wyoming no es el Gran Wyoming sino José Miguel Monzón, "la persona detrás de la gran estrella" o, mejor dicho, el niño. "¡De rodillas, Monzón!" relata las vivencias de "cualquier" pequeño de principios de los 60 a través de los recuerdos del conductor de "El Intermedio".

La casa de sus abuelos en el pueblo, sin váter ni luz eléctrica; la farmacia de sus padres en el madrileño barrio de Prosperidad, "La Prospe"; el régimen represivo "que llegaba al terror" en su primer colegio; la huella de la enfermedad de su madre, que padecía "depresión clínica", o el "gran descubrimiento" de la música de Los Bravos.

Todos esos episodios forman parte de "¡De Rodillas, Monzón!", un libro que sale mañana a la venta y es la primera entrega de las "dos o tres" que tendrán las memorias de Wyoming (Madrid, 1955), que pertenece, ha asegurado en un encuentro con periodistas, a la última generación que tuvo "una infancia libre" en la que los pequeños no tenían "nada que ver" con los padres.

Además de un retrato generacional, este volumen busca ser una visión de "aquel mundo" -el de la España de los 60 y 70- que el autor no ve "normalmente reflejada": "Es una historia que parece que se ha perdido y no hace tanto que ocurrió", ha lamentado el humorista, actor, guionista, músico y presentador.

En ese sentido, ha añadido que pretende contar cómo vio la realidad aquel infante al que no le pasaron "cosas extraordinarias" en aquellos años que transcurrieron entre la aldea de La Puebla del Salvador (Cuenca) y "La Prospe", que "hasta que llegó el metro" era un "pueblecito autosuficiente".

Para Wyoming, las cosas "han cambiado más en los últimos 30 años que en los anteriores 5.000", algo que refleja el libro en distintos ámbitos como, por ejemplo, la relación entre padres e hijos.

Frente al "placer" de "la ausencia y la lejanía" de los padres que le tocó vivir cuando los hijos eran "inevitables", actualmente la paternidad es un "proyecto de vida" que condena a los hijos a la "absoluta tortura" de las "24 horas al día de educación".

El conductor de "El Intermedio", licenciado en Medicina que dejó de ejercer porque le "molaba más" su "otro curro" -el de la tele-, tiene también tres hijos veinteañeros con los que convive en Madrid aunque confiesa que no ha "cumplido sus expectativas" en su faceta de padre: "Es lo que peor he hecho", ha lamentado.

De la generación de sus hijos cree que va a "sufrir mucho más" que la suya porque, aunque "no es nostálgico", el autor sí cree que ha habido "un tiempo" en el que "algunas cosas", como el "libre acceso a la universidad", eran "mejores" que en la actualidad.

Y es que, pese a haber conocido una España -la que retrata con mucho sentido del humor en "¡De rodillas, Monzón!"- "muy represiva en todos los sentidos", Wyoming cree que quienes, como él, nacieron en 1955, han vivido la "mejor época de la historia de la humanidad" porque, asegura, han tenido "acceso a todo" y han vivido la "eclosión de la libertad".

Una libertad que él vio por primera vez en la "Tierra Prometida" de Amsterdam, escenario del último capítulo de este libro, a donde viajó a los dieciocho años junto a su hermano y dos amigos para "donar con mucho gusto" su virginidad.
"En Amsterdam se duchaban juntos chicos y chicas y entonces claro, yo me duchaba mucho", ha recordado, entre risas, el humorista, a cuyo juicio, España "aún no ha entrado en Europa" -"a nivel jurídico, ni de coña- aunque la globalización se haya "cargado" las ciudades y las haya "uniformado".

A pesar de eso, sostiene, España sigue siendo un país "único en el mundo", en el que la corrupción tiene un "sustento increíble" y donde "lo de las dos Españas no se ha movido ni un milímetro".
Y es que, a juicio de Wyoming, la Transición "no fue tal" sino que se trató de una "reconversión" del franquismo en una democracia que ha "heredado" los "poderes" del régimen: "Ha sido un maquillaje de la dictadura que ha contado con la participación de los partidos políticos", ha concluido.

Cuenta el Gran Wyoming que cuando cumplió sesenta años un amigo le dijo que a partir de entonces empezaría a decir aquello de "antes, todo esto era campo". Se sonroja al afirmar que esa dichosa frase llevaba diciéndola ya muchos años, mientras explica cómo era el madrileño barrio de la Prosperidad. El que le vio nacer en una pequeña alcoba de doce metros cuadrados.

Sin salir del barrio, muchos años después, él mismo presenta en una comida con periodistas el libro en el que cuenta como creció en aquellas calles y sí, aquellos campos. ¡De rodillas, Monzón!, que se pone a la venta este jueves, no es tanto una autobiografía al uso como un ejercicio de rescate de su propia memoria. En parte por dejarla negro sobre blanco antes de que la olvide, y en parte por no pervertirla con recuerdos falsos. Algo natural en la mente humana.

También, y no tiene miedo a decirlo, porque él disfruta de una posición en la que sus vivencias son significativas para explicar una España que quedó atrás. Para lo bueno y para lo malo. "Por alguna razón, las personas que no han trabajado nunca, como es mi caso, se convierten en grandes testigos", dice sobre su obra.

"Es difícil negar que es un acto de autocomplacencia, una especie de masturbación onírica en la que hablas de lo cojonudo que eres. Pero yo he tenido una infancia muy normal, no he salvado a nadie de morir ahogado. Por eso sólo quería contar cómo era el mundo y cómo lo vi", explica Wyoming.
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"Creo que pertenezco a una de las últimas generaciones que han tenido una infancia realmente feliz en el sentido de que tuvimos una infancia propia. Hoy los niños están en permanente contacto con los adultos y esto es absolutamente nocivo. Los niños tienen que tener su espacio y crear su mundo", explica el presentador de El Intermedio.


"Yo salía a las tres y media de mi casa dando un portazo y cuando volvías a las nueve y te preguntaban dónde habías estado, la única explicación que dabas era 'por ahí'. Un caballo requiere una hora de doma al día. Veinticuatro, que es lo que viven hoy los niños, es algo insoportable", asegura. Esta libertad que defiende convierte el libro en el retrato de una infancia cualquiera. Podrían ser las memorias de su vecino, de sus amigos. Pero son las de  José Miguel Monzón, más conocido como el Gran Wyoming.

Sus vivencias se tiñen de un sentido del humor irónico único que sorprende por lo emocionante que resulta. Un ejercicio de sinceridad del popular presentador, que hoy tiene 61 años y echa la vista atrás a su infancia en un pueblo manchego arrasado por la guerra. Pero también a su adolescencia entre las calles de un barrio obrero de Madrid y las paredes de un colegio de padres agustinos hasta que, con 17 años, descubrió otro mundo en Amsterdam.


Son 350 páginas que recorren nuestro país en los años 50 y 60, pero en las que vemos también la España que somos hoy. Por suerte, apenas una hora antes de que se tenga que cambiar en el coche y se marche a grabar programa de esta noche, podemos hablar con él sobre la segunda.